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El análisis sobre la conveniencia de transformar un Impuesto sobre las Ventas Y Usos (IVU) por un Impuesto al Valor Agregado (IVA) no se debe reducir a comparar simplemente siete por ciento versus dieciséis por ciento. La comparación tiene que ser más completa.

Hay que tomar en consideración la exención de la contribución sobre ingresos de las personas con ingresos individuales al año de $40,000 o menos y la devolución parcial en tres cheques anuales para los de ingresos de $35,000 o menos del pago del IVA y de la devolución total del IVA a los de ingresos de $20,000 o menos.

Que la contribución sobre ingresos de aquellos que ganan $40,000 o menos individualmente o $80,000 como parejas que se tendría que tributar es por el ingreso en exceso de esas cantidades. Por ejemplo, una pareja que devengue $100,000 anuales, pagará por los $20,000 por encima de los $80,000 exentos del pago de contribución sobre ingresos.

El movimiento obrero y la clase asalariada tiene que analizar si el pago actual del IVU sumado a la contribución sobre ingresos del trabajador promedio representa una ecuación menor o mayor a la que terminaría contabilizándose con un pago de un IVA de 16%, pero con las exenciones contributivas propuestas y las devoluciones del pago del IVA a los de ingresos inferiores a los $35,000 anuales.

Siendo la eliminación de las deducciones de las contribuciones sobre ingresos una suerte de aumento salarial, puesto que sobraría más dinero en el pago de nómina, y la devolución parcial o total para los de ingresos de $20,000 anuales o menos, compensa el aumento de siete a dieciséis por ciento en el coste de los productos que pagarían IVA.

Ciertos analistas demagógicos confunden al pueblo con esa comparación simplona de siete versus dieciséis por ciento. Porque en el caso de la clase trabajadora, esa comparación no define realmente la conveniencia de mantener el sistema contributivo actual con el IVU del siete por ciento.