alimentos

El mundo produce alimentos para toda la población mundial. El problema es la inequidad en la distribución de la riqueza y en el acceso a los alimentos. Esa es la conclusión que se desprende de los datos ofrecidos por la Organización para los Alimentos y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas.

A pesar de que el número de hambrientos crónicos en el mundo se redujo en 100 millones durante la última década, todavía hay 805 millones de personas que no tienen todavía lo suficiente para comer de forma reguilar, conforme a lo revelado por el director general de la FAO, José Graziano da Silva.

En sus manifestaciones a la prensa internacional, Da Silva aseguró que aunque el aumento de la producción se considera siempre la vía natural para acabar con el hambre, la realidad es que actualmente el mundo produce alimentos suficientes para todos, pero el flagelo de la hambruna sigue siendo un problema mundial.

Graziano da Silva añadió que la producción de alimentos no es una condición suficiente para la seguridad alimentaria, sino que se requiere una más equitativa distribución de la riqueza.

Reconoció, sin embargo, en un foro internacional sobre agricultura y el cambio climático, que existe actualmente un modelo de producción agrícola que no evita la degradación de los suelos y la pérdida de biodiversidad. Ambas cosas, la conservación de la fertilidad de los suelos y la biodiversidad, son bienes esenciales, especialmente para las generaciones futuras.

El método de producción agrícola, según el responsable de la FAO, debe revisarse y se necesita un cambio de paradigma: los sistemas alimentarios deben ser más sostenibles.

En el encuentro se explicó que el cambio climático no sólo afectará a la producción de alimentos, sino también a la disponibilidad y la estabilidad de los suministros.

Exhortó a que la agricultura desempeñe un papel potencial importante, no sólo para garantizar la comida necesaria, sino también para aumentar la resiliencia ante los efectos del cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre.

Sostuvo que el cambio climático hace que el mercado mundial de productos agrícolas sea menos predecible y más volátil. Y ante ese escenario, ya se está imponiendo lo que se conoce como agricultura climáticamente inteligente, o sea, ajustar las prácticas agrícolas para hacerlas más adaptables y resistentes a las presiones ambientales, lo cual significará reducir el propio impacto de la agricultura en el medio ambiente.

A tales efectos la FAO impulsa una alianza mundial a favor de esa iniciativa, como una amplia coalición de gobiernos, agricultores y productores de alimentos, procesadores y vendedores, organizaciones científicas y educativas, actores de la sociedad civil, organismos multilaterales e internacionales y el sector privado.

Para él, es la agroecología una forma prometedora para impulsar la producción alimentaria de manera más sostenible. Se trata de un enfoque que utiliza la teoría ecológica para estudiar y gestionar los sistemas agrícolas con el fin de hacerlos más productivos y que conserven mejor los recursos naturales.