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Puerto Rico enfrenta el fin de una era y el inicio de una nueva etapa en su historia. Es fútil seguir intentando utilizar los mismos métodos que tuvieron éxito en el pasado. Se requieren nuevas herramientas. La realidad del país ha cambiado.

Para enfrentar esta nueva realidad, hay que ajustarse a los cambios. Definitivamente, no hay vuelta atrás. Los idearios fallidos tienen que dejarse en el pasado, porque pertenecen a él. Es hora de ideas frescas. De cosas que superen un pasado que ya pasó. Inclusive, todo aquel ideario tradicional de estatus en nuestra relación política con Estados Unidos tiene que revisarse. La geopolítica ha cambiado.

Este significativo avance histórico de Puerto Rico estriba en un único propósito: sacar al país del atolladero económico en que se encuentra. Únicamente, ideas innovadoras harán posible esa meta. Las propuestas no pueden ser de soluciones parciales, sino radicales. Hay que ir a la raíz del problema nacional. La economía es parte de un problema global que mantiene atado al país de pies y manos.

Se necesita rehacer a Puerto Rico para que salga de su atolladero. Un nuevo país para buscar alternativas nuevas. Esto requiere que nos reinventemos, pero no en el concepto trillado de la palabra, sino en un nuevo esfuerzo por rehacernos. No olvidando nuestra historia, pero con un impulso de avance innovador. Rehaciéndonos es como único lo lograremos.