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Existe un desorden psíquico de negación entre los que se han alternado la gobernación de Puerto Rico. Hay, también, una predisposición maleable hacia el engaño. No quiere afrontarse la verdad tal cual es. Ahí radica la razón de la falta de transparencia sobre la verdad fiscal y económica del país. La manipulación de las estadísticas y los números es la orden del día en el Gobierno.

Como resultado de este desorden, no se ha auditado la deuda pública del país. Los estimados económicos que elabora la Junta de Planificación están plagados de errores y fallas. La incertidumbre permea debido a esta tendencia a no revelar datos fiables. Se improvisa y se gobierna a ciegas.

El informe del Task Force sobre Puerto Rico que encomendó el presidente estadounidense Barack Obama recomienda que se actualicen los procedimientos de contabilidad y se ajusten a los estándares recomendado por la Organización de las Naciones Unidas. Lo mismo dice la economista Anne Krueger en su Informe. Afirma Krueger: “Las cifras publicadas trimestralmente tienen muy poco alcance como para tener un panorama preciso, mientras que los estados financieros auditados se publican con retraso y muy difíciles de interpretar”.

Recientemente, el presidente del Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos, Orrin Hatch, quien en la audiencia senatorial sobre Puerto Rico, cuestionó la información auditada del Gobierno de Puerto Rico.

En Puerto Rico, el propio Eduardo Bhatia, presidente del Senado, quien pertenece al partido de Gobierno, ha precisado lo siguiente: “Yo ahora mismo no sé cuántos empleados públicos hay. Si le pregunto a Hacienda me da un número, pero si le pregunto a la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP) me ofrece otro, y si le pregunto al Departamento del Trabajo y Recursos Humanos los números son distintos. Esto de la transparencia es vital para la credibilidad de las democracias modernas”.

Se sabe de contratos con la firma Manpower para reclutar miles de empleados por contrato, principalmente en el Departamento de Salud, a modo de encubrir las cifras reales del personal empleado en el Gobierno.

Verdaderamente, la turbidez de la realidad fiscal y económica de Puerto Rico es un problema serio que mantiene al país caminando a tientas. Y así no se puede gobernar correctamente a un país. No hay manera de hacerlo.

La transparencia sobre sus estados financieros, económicos y fiscales es un desiderátum para enrumbar a Puerto Rico por el camino del progreso y el bienestar, partiendo de su realidad, como punto claro de partida y conociendo ciertamente lo que necesita corregirse.