Islandia (en islandés: Ísland) es un país localizado en el extremo noroeste de Europa, cuyo territorio abarca la isla homónima y algunas pequeñas islas e islotes adyacentes en el océano Atlántico, entre el resto de Europa y Groenlandia. Cuenta con una población de cerca de 331,000 habitantes y un área de 103, 000 kilómetros cuadrados.
Su prosperidad económica y su envidiable calidad de vida de su población colapsó con el derrumbe financiero de la banca a finales de 2008. La pérdida económica de Islandia alcanzó el 8% de su riqueza en dos años y a una inédita tasa de paro del 11.9%.
La economía de la isla del Atlántico Norte dio un giro a partir de 2011. Basándose sobre todo en el turismo, las exportaciones pesqueras y la industria del aluminio, Islandia recuperó el terreno perdido. Su tasa de paro oscila ahora entre el 3% y el 4%. El Gobierno ha previsto una expansión del Producto Interior Bruto (PIB) del 3.3%.
Lo curioso y contrastante es que el presidente de Islandia, Olafur Ragnar Grimsson, ha atribuido esa recuperación a la desobediencia a los organismos internacionales, en particular la Comisión Europea, los cuales aconsejaban que el país aplicara medidas de austeridad. A pesar de que ha rechazado dar consejos a Grecia, el presidente islandés ha destacado que la Unión Europea se equivocó con su caso. Grimmson cuestiona ahora: “¿Por qué la UE y los organismos internacionales deberían tener razón en otros casos si erraron en el caso de Islandia?”.
El propio Fondo Monetario Internacional ha alabado la recuperación de Islandia, el país que dejó caer en la quiebra a sus bancos sin utilizar fondos públicos para salvarlos, como fue el caso de Estados Unidos y otros países europeos. Por el contrario juzgó y encarceló a muchos de sus banqueros.
En una conferencia en una escuela de negocios y un almuerzo con periodistas, Grimsson ha recomendado a la UE que saque sus conclusiones sobre la crisis y la recuperación de Islandia y ha reclamado mantener los equilibrios entre “la democracia” y los “intereses económicos”. “Los intereses económicos en una mano y la democracia en la otra”, ha sostenido.
El mandatario rechaza que la población deba sufrir con duras y austeras medidas de ajustes económicos y fiscales. Aboga por la combinación que empleó el país de pasar primero por renegociar la deuda (el país rechazó en un referéndum pagar por los errores de sus bancos) y una devaluación de la moneda. Islandia, sin embargo, mantiene severos controles de capital desde 2008 y es sólo ahora cuando empieza a plantearse si debe eliminar o no las restricciones que bloquean la libre circulación de fondos por una cuantía que equivale al 50% del PIB.
En 2009 Islandia inició negociaciones para incorporarse a la Unión Europea. Empero, el año pasado el Gobierno de centroderecha decidió romperlas. El presidente ha asegurado este miércoles que esa opción no está “olvidada”, puesto que una parte del país todavía aboga por la integración. Sin embargo, el jefe de Estado de Islandia ha admitido que la cuestión pesquera pesa en la decisión.
Islandia mantiene vigente un sistema de cuotas que Gobierno y sector pesquero defienden a capa y espada y que despierta recelos en Bruselas, sobre todo en cuanto a las capturas de caballa. Grimsson ha mantenido que Islandia “nunca aceptará” la condición de eliminar su sistema de cuotas pesquera. Aun así, ha afirmado que el debate sigue vivo y ha recordado que el país ya forma parte de varios acuerdos económicos y de seguridad del continente.
Grimson explica que hoy el turismo y las exportaciones de pescado, sobre todo de bacalao, son los puntales del país. La industria turística lleva tres años creciendo a un ritmo de entre el 15% y el 20%, lo cual al principio se debió a la devaluación de la moneda y luego a las campañas turísticas que se han lanzado. Con una población de 320,000 habitantes, Islandia recibe cada año un millón de turistas, procedentes sobre todo de Europa y Estados Unidos, pero ahora también de Asia. “En los próximos 5 o 10 años el reto es seguir con la misma experiencia sin hacer daño al medio ambiente”, ha sostenido el Presidente islandés. Este ha destacado que la crisis financiera llevó a trabajadores de ese a otros sectores, lo cual ha fomentado la creatividad y la innovación.
Puerto Rico y el resto de los países del mundo debieran mirarse en el espejo de Islandia antes de tomas decisiones económicas y fiscales trascendentes.
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