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Cualquier plan de desarrollo económico y fiscal para Puerto Rico debe comenzar por la elaboración factible y creíble de un paradigma de desarrollo económico alternativo al agotamiento y obsolescencia del régimen económico del Estado Libre Asociado (ELA).

Lo cierto es que si un sector de los bonistas y acreedores con quienes Puerto Rico ha contraído su monumental deuda impagable de $72,000 millones desea presentar un plan económico y fiscal, no tienen otra alternativa que comenzar por estructurar una alternativa de desarrollo económico para una economía recesiva y paralizada, sin lo cual es imposible el pago de la deuda pública contraída.

Un ajuste de buena y transparente administración pública es indispensable, pero de nada valdría si no media fundamentalmente un creativo plan de desarrollo económico para el país de dónde poder allegar recursos al fisco. Un presupuesto adecuado para las necesidades gubernativas del país requiere de una sólida y sostenible economía nacional.

Una economía débil, en la cual la tasa de participación laboral apenas alcanza el 40% y el desempleo se mantiene en dos dígitos porcentuales es obvio que se traduzca en una grave e impagable crisis fiscal.

Todo tiene un inicio lógico de dónde partir. Y en el caso de Puerto Rico, ese inicio lógico para resolver la impagable crisis fiscal no pueda ser otro que la elaboración y puesta en vigor de un factible paradigma de desarrollo económico para el país como primer y fundamental paso de entrada a una verdadera y verificable solución.


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