Francisco Catala

Parece cierto lo dicho por el economista Francisco Catalá. La discusión pública de la reforma contributiva en Puerto Rico se ha reducido a cuál será la tasa del IVA que se aplicará y a qué sectores económicos del país. O, de otra forma, qué sectores quedarían exentos.

El problema de esto, según explica en entrevista con El Nuevo Día, es la cultura de exención y deducciones que el Gobierno de Puerto Rico ha adoptado, a raíz de su programa tradicional de industrialización. Ese programa de ya siete décadas se basa, como bien él nos hace recordar, en la exención contributiva para atraer capital del extranjero, principalmente de Estados Unidos.

El argumento esgrimido comúnmente en Puerto Rico por parte de los intereses económicos prevalecientes es, comenta Catalá en la entrevista del periódico, es: “a mí no cobres impuestos, cóbraselos al otro”.

Empero, hay algo preocupante en el análisis del economista Catalá. El hecho, como él indica, de que los recaudos del Fondo General apenas alcancen el 9% del Producto Interno Bruto (PIB).

En su observación, Catalá recuerda que en otros países, particularmente en economías desarrolladas, esa relación promedia el 35%. Pero en los países más competitivos, como los escandinavos, alcanzar hasta el 60%.

La conclusión que puede inferirse de lo que observa el prestigioso economista Catalá, autor de varios libros importantes de economía e historia económica de Puerto Rico, es que una reforma contributiva que no tome en cuenta que el modelo económico que servía de paradigma al país se agotó irremediablemente, está destinada a fracasar.

Tiene que haber no únicamente una reforma contributiva, sino, junto con ella, una transformación económica, y parece que también política, de Puerto Rico. No creo que el problema pueda verse de otra manera.


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